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Nuestro Instituto » Mural: Ellas somos todos
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Mural

Aquí te contamos la historia de nuestro mural "Ellas somos todos", ubicado en una de las paredes del gimnasio de nuestro centro. Para nosotros es muy especial porque está formado por mujeres de nuestra comarca, familiares del alumnado o mujeres de la residencia "Tierra de Pinares" de Portillo. Además, toda la comunidad educativa formó parte del proyecto de una u otra manera. 

Estas son las siete mujeres más votadas, pero si quieres conocer al resto de mujeres pincha en la fotografía. Por cierto, las semblanzas de cada una de ellas fueron elaboradas por el propio alumnado.

Item 1Mural 1.       89 VOTOS Carmen Núñez Rodríguez (Alumna B1B, Carmen Amo)

Carmen Núñez Rodríguez tiene historia como para escribir un libro. Viviendo en una sociedad marcada por la dictadura, dejó la escuela a los 11 años, empezó a trabajar a los 13 y se casó a los 20. Viniendo de una familia humilde de catorce hermanos, donde dormían cuatro hermanos por cama, luchó y trabajó mucho para sacar a sus tres hijos adelante. En sus años activos, partió leña con el hacha, hacía la matanza y cavaba la tierra para poder plantar hortalizas, que más tarde vendería para conseguir ingresos, entre otras cosas. Sus ojos verdes presenciaron la muerte de su marido a los 37 años y la pobreza en persona cuando sus hijos, todavía unos niños, tuvieron que ponerse a trabajar para poder subsistir. Amante de viajar y de las sopas de letras, Carmen, a sus 73 años, y con dolor de huesos y riñones por haber trabajado tanto, solo quiere libertad para todos, para que las generaciones futuras puedan estudiar y vivir en igualdad, y no vivan en la ignorancia

2.      70 VOTOS Ana María Herrero (Alumna E1E, Leire Miñamabes)

“Ana María Herrero tiene 52 años y todavía conserva esa mirada apasionada y que transmite alegría. Nació en la Pedraja de Portillo y años después se mudaría a Mojados con su primera hija y su marido. Ana es una mujer sencilla que dirige una pequeña empresa. Adora pasar tiempo con su familia y viajar ya que piensa que es muy importante aprender idiomas y nuevas culturas. Ana se arrepiente de no a ver finalizado sus estudios.
“Fue difícil y muy duro conseguir hacerme respetar y dirigir una empresa en un sector en el que solo había hombres”

3.      70 VOTOS Tatyana Nikolova (Alumna B1B, Rosa Kirilova)

Tatyana Nikolova tiene 69 años y es búlgara, aunque estuvo viviendo durante 20 años en España. Estudió un grado medio de auxiliar de enfermería, pero, una vez se casó, a sus 23 años, su marido no la dejó estudiar más, porque estaba mal visto que la mujer tuviera más estudios que el hombre. Ella trabajaba fuera y dentro de casa, porque sentía que las tareas del hogar eran “un trabajo de mujeres”, y la habían educado para estar en casa o salir solo con su marido. Vino a España tras el fallecimiento de su marido, dejando a sus hijas en Bulgaria estudiando una carrera. Como ni ellas ni Tatyana podían sufragar los costes, tuvo que dejarlo todo y comenzar de cero, sin dinero, sin familia y sin saber español, por sus hijas; todo para que cumplieran sus sueños, no como ella.

4.      67 VOTOS Isabel Barrero (Alumna E2B, Valeria Gómez)

“TODO LO QUE VÍ EN MI CASA TUVO UN EFECTO CONTRARIO EN MÍ: ME REVELÉ Y ME HICE FEMINISTA” Ella es Isabel Barrero Ortiz. Nació en Sevilla en 1982 (39 años) pero vive en Valladolid desde los 29 años. Isabel es auxiliar de enfermería, madre de dos hijas y ha tenido una vida bastante machista en muchos aspectos. Su biografía, hasta ahora, tienes luces y sombras, luchas y éxitos. Isabel es la tercera en una familia de cuatros hijos, con dos hermanos mayores varones: “Siempre he sido a la que más se le exigía y la más responsable por ser la chica más mayor”, a pesar de contar con todo el cariño de su padre, camionero de profesión, frecuentemente ausente de casa y al que describe como “muy machista”: “Era el único que mandaba en casa y además era muy estricto con nosotras. Siempre he dicho que yo era su “ojito derecho” porque al ser su hija mayor era muy cariñoso conmigo pero también me exigía mucho y era demasiado protector”. De su madre, destaca cualidades como su impresionante capacidad para el trabajo: “Ha tenido una vida muy difícil llena de injusticias. De niña sus padres la obligaron a dejar sus estudios para ayudar en su casa y a los 11 años comenzó a trabajar limpiando otros hogares. A pesar de ello, obtuvo un trabajo en una empresa y llegó a un buen puesto en ella, pero al casarse con mi padre él la obligó a dejar su trabajo y dedicarse a la casa. A partir de ahí siempre ha sido ella la que hacía todas las tareas y la que cuidaba a los niños.” En casa, Isabel observaba también diferencias entre los hombres y mujeres de su familia en la infancia, fruto de la educación de épocas precedentes: “Yo tuve una infancia más o menos normal, pero muy distinta a la de mis hermanos. Mi hermana y yo íbamos a un colegio diferente y la educación en casa era completamente distinta. A nosotras se nos enseñó desde pequeñas a hacer las tareas del hogar y a respetar a nuestros hermanos y a nuestro padre. A veces salíamos a la calle a jugar con las vecinas, pero no tan a menudo como los chicos”. Pero el desequilibrio en la balanza del reparto de los derechos y deberes entre los miembros de la familia, precipitaron en Isabel la convicción del feminismo como ideal en ella: “Mi madre hacía todas las tareas hasta que yo crecí. Desde pequeña me enseñaron a limpiar, planchar, fregar y recoger, igual que a mi hermana. Nosotras limpiábamos y organizábamos las habitaciones de mis hermanos y planchábamos su ropa. Todo lo demás lo hacía mi madre. Mis hermanos solo se dedicaban a estudiar y a salir y mi padre, cuando no estaba trabajando, veía la tele o se iba al bar con sus amigos. Eso es lo que vi en mi casa y tuvo un efecto contrario en mí, me revelé contra los hombres machistas y me hice feminista”. Responsable, buena estudiante, trabajadora, empática, esforzada, obediente incluso ante la arbitrariedad del criterio paterno sobre las relaciones sociales (“Mi padre no me dejaba relacionarme con chicos y mucho menos tener novio. Si me veía desde la ventana con chicos me mandaba entrar en casa. Todo lo contrario que mis hermanos que traían chicas a casa siempre que querían y además podían volver a casa muy tarde, cosa que yo no podía hacer”) y rebelde con todo ello: se casó muy joven y, al poco tiempo, se divorció. Volvió a casarse y, de ese matrimonio, nacieron sus hijas, la pérdida del empleo (la despidieron por quedarse embarazada) y un nuevo divorcio motivados por actitudes machistas: “La relación terminó porque él tenía comportamientos bastante machistas como no dejarme salir de fiesta o molestarse cuando tenía amistades y discutíamos mucho, muy a menudo. Lo soporté durante bastante tiempo por las niñas hasta que me decidí y me separé” Ahora Isabel es feliz: una mujer trabajadora, independiente y que se siente orgullosa de sí misma.

5.      67 VOTOS Marifeli (B1B, Residencia de Portillo, trabajo de Eva, Elena, Paula y Mario)

Marifeli es una luchadora por la libertad de 70 años, que no permite que los años pasen factura en su espíritu joven y espontáneo. La vida en Madrid le permitió dedicarse a la farmacia con las mismas oportunidades que cualquier otro hombre de la época, destacando además por sus buenas calificaciones en los estudios. Se casó a los 25 años, tuvo a sus hijos -un niño y una niña- a los 26 y 29 y trató de brindarles una educación por igual a ambos independientemente de su género. Se divorció muchos años después, años que aguantó por sus hijos, y esto la devolvió a la tierra castellana. Actualmente vive en la Residencia Tierra de Pinares, desde donde nos recuerda que “el conocimiento es necesario para combatir la dictadura de la ignorancia”.

6.      66 VOTOS Aurora Torres (Alumna B1B, Lucía Gómez)

Aurora Torres, mujer que, con 75 años, al fin considera que es feliz por haber cumplido su mayor sueño en esta vida: estudiar. Madre de dos niñas y un niño, y mujer de un hombre, de los cuales está muy orgullosa, siempre quiso que sus hijos pudieran conseguir lo que ella en su infancia no logró: estudiar para ser independientes y alcanzar la plena libertad. Tuvo la suerte de poder trabajar limpiando, 16 horas diarias, en una casa en la que era respetada, con el fin de ayudar a sus 9 hermanos a conseguir comida, pero a sus 50 años, no pudiendo más con el pesar de no haber podido estudiar, decidió apuntarse a clases para adultos, y descubrió un mundo nuevo. A día de hoy, por fin se puede sentar en su butacón y pensar que no tiene nada que lamentar, que por fin su sueño se ha hecho realidad, y es feliz de verdad.

7.      63 VOTOS Concha (Alumno E3B, Marco)

Mi abuela Concha nació el 4 de febrero de 1937 en plena ofensiva franquista sobre Baracaldo, en el País Vasco. Ella y su familia se mudaron a Sevilla cuando era muy pequeña, y fue allí donde conoció a su marido y tuvo dos hijas y un hijo. De hecho, fue en Sevilla donde aprendió a hablar inglés, en una de las bases americanas que había allí por el momento. Cuando sus hijos tenían 10 años aproximadamente, decidió cumplir uno de sus mayores sueños y sacarse una carrera universitaria. Consiguió sacar una oposición a catedrática en inglés y dio clases en varios institutos de Sevilla. Siempre le gustó mucho viajar y ha recorrido casi toda Europa y parte de Asia y América, y afirma que su país favorito es Uzbekistán. Ya a sus 84 años sigue siendo muy enérgica y le encanta la literatura y la cultura en general.

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